CHORIZOS

Create a pdf Print Send an e-mail
 
 
 
Share to Facebook Share to Twitter Enviar a tuenti Share to Meneame More...
Jesús Maíz Apellániz

Nació en San Sebastián (Guipúzcoa) el 7 de julio de 1967. Obtuvo un Bachelor of Science en Caltech y un Master of Arts en la U.C. Berkeley antes de realizar su tesis doctoral en el LAEFF. En la actualidad es científico titular en el IAA.

CHORIZOS

Llamadme Ismael... lo que me trae de cabeza desde hace años es CHORIZOS. Y no, no me refiero a los pedazos de tripa ni a ciertos políticos. Ni siquiera a la cuerda donde se anotan los tantos en el billar en Colombia. Me refiero a un software astronómico en el que llevo trabajando más de una década y que tiene ese nombre. El lector puede ver una descripción aquí (http://jmaiz.iaa.es/software/chorizos/chorizos.html).
¿Para qué sirve CHORIZOS? La forma más sencilla que tenemos los astrónomos de medir las propiedades de un objeto es sacarle una imagen y medir su brillo. A eso le llamamos fotometría. Si usamos un único filtro (una banda del espectro), la información que obtenemos es escasa, pues puede ocurrir que un objeto sea débil porque sea poco brillante o porque emita la mayor parte de su radiación en una banda distinta. Por lo tanto, necesitamos por lo menos dos filtros, lo que nos da un valor del brillo en una banda (que los astrónomos medimos en unas unidades llamadas magnitudes) y un color (una diferencia de magnitudes, que nos dice si el objeto es “rojo” -más brillante en longitudes de onda largas- o “azul” -más brillante en longitudes de onda cortas-).
Supongamos que el objeto es una estrella cuya distancia conocemos. El brillo corregido por la distancia nos da una medida de la luminosidad de la estrella mientras que el color nos indica cuál es su temperatura (las estrellas “rojas” son frías mientras que las “azules” son calientes). Por esta razón, en astronomía son ubicuos los diagramas color-magnitud obtenidos a partir de dos filtros fotométricos, ya que a partir de dos imágenes es posible obtener la luminosidad y la temperatura de cientos o miles de estrellas.
El primer problema surge de que el color de una estrella no depende solamente de la temperatura sino también de otros factores. Uno de ellos es la cantidad de polvo presente en la línea de visión. El polvo extingue la luz, disminuyéndolo en todas las longitudes de onda (oscurecimiento) pero preferentemente en las más cortas (enrojecimiento). Así, una estrella roja puede tener ese color de forma intrínseca (o sea, por ser fría) o por tener mucho polvo delante. Además, existen distintos tipos de polvo en el medio interestelar para los cuales el tipo de oscurecimiento es distinto. Otros factores pueden cambiar también el color, como la metalicidad (proporción de elementos más pesados que el helio).

Aún ignorando lo anterior, un segundo problema aparece a la hora de discernir si una estrella débil lo es porque es intrínsecamente poco luminosa o porque está lejos. Medir distancias en astronomía es difícil y, aunque algunos colores permiten distinguir entre estrellas muy o poco luminosas, se requiere fotometría de gran precisión y tener en cuenta los efectos de la temperatura, la extinción y la metalicidad.
Aquí es donde entra en juego CHORIZOS con una idea en principio simple: si con dos filtros no tenemos información suficiente, ¿por qué no usar, tres, cuatro o los que sea para medir de forma simultánea luminosidad, temperatura, extinción, tipo de extinción, metalicidad...? Del dicho al hecho hay un buen trecho y esto es lo que el capitán Ahab se ha encontrado en el camino:
[1] Una resistencia a dejar de usar diagramas color-magnitud por parte de bastantes astrónomos. El capitán se lio la manta a la cabeza y prefirió esperar a que los hechos hablaran por sí mismos.
[2] Problemas en la calibración de algunos sistemas fotométricos impedían alcanzar la precisión necesaria. Eso hizo que Ahab se dedicara un par de años a recalibrarlos hasta quedar satisfecho.
[3] Ausencia de modelos estelares que cubrieran todo el rango de temperaturas, luminosidades y metalicidades. Aquí el capitán, que nunca pensó en dedicarse a eso de los modelos, recopiló lo que pudo de la literatura, se aseguró de que eran coherentes entre ellos y creó unas mallas de modelos unificadas.
[4] Las puñeteras leyes de extinción. Tras tres cuartos de siglo estudiando cómo el polvo modifica la luz estelar, dichas leyes todavía no se conocían con suficiente precisión como para ser usadas por CHORIZOS. Ahab se remangó, las recalculó y está ya a punto de publicar unas nuevas leyes que funcionen correctamente.
[5] La capacidad de computación. Una vez solucionados todos los problemas, ahora falta que procesar la información de una estrella lleve segundos en vez de horas para así poder analizar miles de estrellas en un tiempo razonable. Mejoras diversas en el programa y la ley de Moore en la última década han permitido llegar a los minutos pero aún falta el último paso.
En poco tiempo, el capitán Ahab piensa capturar a Moby Dick y sobrevivir al intento.

Create a pdf Print Send an e-mail
 
 
 
Share to Facebook Share to Twitter Enviar a tuenti Share to Meneame More...